El mar reclama mi presencia y al amanecer enfilo la playa solitaria, respirando la brisa que me brinda, dejándola calar en mi alma, arañando mis sentimientos más escondidos.
Con tu olor inconfundible te cuelas en mi memoria y me cuentas de batallas en tus aguas, entre valientes hombres, de los saltos de los delfines, de los cantos de las ballenas, de cómo las sirenas se adornan el pelo con corales y como Neptuno agita las aguas y luego cabalga sobre ellas en unos caballos blancos. De cómo se esconde el sol en tu inmensidad al anochecer y la luna le busca con sus rayos plateados. De cómo las estrellas se dejan caer en tu abismo cuando tienen que cumplir un deseo.
Miedo me da sumergirme en tus aguas que a días están bravas y otros calmadas. No sé cual me gusta más si las bravas que cuando se enfadan empujadas por la brisa cabreada discutiendo con el viento, arremolinan las olas y las alzan formando murallas en el agua... Y es tal tu ímpetu que eres capaz de cualquier cosa. O las calmadas, transmitiendo tu paz, tu silencio, tu chulería y arrogancia mezclado con ese sentimiento único de hacernos sentir tu poder y recordándonos que ante ti, nuestra impertinencia y orgullo es una debilidad y nuestra fuerza no sirven para nada en tus entrañas. Sin embargo no puedo dejar de mirarte, de sentirte, de escucharte.
Es el sonido de las olas lo que me mece en un largo deseo mientras la brisa acaricia mi cuerpo y despeina mi pelo. Mis pies dejan huellas en la arena que tus olas borran a mi paso, llevándolas contigo a las profundidades, con ternura, con pasion, no sin antes acariciar mi piel con tu espuma blanca, haciéndome estremecer.
Espuma que se queda pegada a mí, para dejar constancia una vez más que estas, que vas y bienes meciéndome en tu cantico sin saber qué hacer, si arrástrame hasta las profundidades convirtiéndome en sirena o dejarme en la arena para hacerme soñar.
La brisa me susurra tus anhelos, yo la susurro mi miedo
Mírame mar, soy tuya, déjame bañarme en tus aguas mientras juegas con mi cuerpo y con mi alma. Y si no quiero salir de ellas… llévame contigo hacia donde escondes al sol todas las noches, a jugar con las estrellas llenas de deseos…
Mírame mar, soy tuya, déjame bañarme en tus aguas mientras juegas con mi cuerpo y con mi alma. Y si quiero salir de ellas… me llevare tu espuma blanca pegada a mi piel hacia donde la luna mira al sol consciente de lo que no pudo ser…
De inmortal a mortal, me susurras inclemente:
- En cada pequeña cosa me tendrás a mí. Sentirás mi poder y mi ternura, en el viento, la lluvia, el olor a tierra mojada, una sonrisa, en una mirada perdida... Vete. vive. Ama…
De alma a alma:
- Volveré.