... Sus manos fueron directas a mi muslo… Me pillo de
sorpresa, la verdad, no pensé que fuera a empezar por ahí. Mientras mi mente pensaba
a la velocidad del rayo, algunos prejuicios quisieron asomar… y asomaron. Pero cerré
los ojos y… ojos que no ven… La música que había elegido era perfecta, y
el detalle de encender algunas velas hizo que la habitación tuviera un toque
mágico. Sus manos eran agradables, agiles. Se notaba que tenía experiencia y
que sabía muy bien lo que hacía. Mientras yo con mi mente mantenía mi guerra
particular. No, si, y si lo dejo, ahora estoy a tiempo, y si me gusta tanto que
repito, No sería justo. Se lo cuento a mi marido o mejor que siga en la
ignorancia. Creo que esto es para mí sola y viviré con ello en mis recuerdos
hasta el final de mis días…Y en esa lucha estaba cuando sucumbí totalmente a
sus manos y tuve que dejar de pensar para dejarme llevar… Después lo pienso…
ahora disfruto.
Y me deje hacer… Sus manos se adaptaron rápidamente a
mi cuerpo, se deslizaban, resbalaban suavemente y cuando menos lo esperaba
presionaban con decisión en algún lugar de mi cuerpo. Sabía perfectamente donde
tenía que tocar para hacerme sentir placer. Cuando terminamos me dijo
suavemente acercándose a mi oído, que tenía que irse pero que yo podía quedarme
un ratito mas. Que cuando me fuera volviera al Spa y me quedara un poco en las
tumbonas térmicas.
Y así lo hice. Cuando llegue a ellas el pingüino, mi
amiga, estaba allí y nada más ver mi cara se empezó a reír y a lanzarme preguntas
a toda pastilla como si de una metralleta se tratase. Tenía que contárselo a
alguien y a quien mejor que a ella, mi mejor amiga…
La tarde prometía. Una tarde de chicas era lo que
necesitaba, risas y confidencias. Hacía demasiado que no tenía un rato para mí.
Mis hijas me regalaron el día de la madre un bono para un Spa a sí que llame a
mi amiga pedimos cita y allí que nos fuimos las dos dispuestas a disfrutar. Es
un regalo increíble y después de estas últimas semanas me va a venir de
maravilla.
Entre
risas cambiamos nuestra ropa por el bañador, una toalla y unas chanclas 7 números
más grandes que nuestros pies. Entramos en el circuito y leímos muy bien (tres
veces) los pasos que teníamos que seguir.
Primero
una ducha. Después a la sauna. Me encanto la sensación de calor. Podría haber estado
allí la hora entera, pero mi amiga que es como un pingüino se me deshacía y
cada poquito tenía que salir a enfriarse con el baño de hielo. Al final me dio
lastima y termine saliendo. Obligatorio el baño de hielo, yo no quería, odio el
agua fría y el hielo en el cuerpo es horroroso. Pero nada no me libre, ahí
estaba ella con el hielo en la mano.
-
Si no lo haces tú lo hago yo,
me dijo.
-
Jooo que no que mira que ya
me enfrié.
-
No, noo
Y se abalanzo
como una loca sobre mí restregándome el hielo. Ahhh que horror, no me gusta
nada esa sensación. Entre risas y ya me las pagaras seguimos el circuito como
dos colegialas.
Entramos al Pediluvio. Un pasillo de cantos
rodados y chorros laterales de agua fría y caliente. Los chorros no se cortan
un pelo, apuntan y donde caen, caen, lo mismo atacaban tu retaguardia, que tu
abdomen haciéndote encoger y al agáchate sale otro de quien sabe donde y te atizaba
en un ojo. Por dios, no sabía donde atender. Entre risas y aspavientos
avanzamos por las piedras hasta volver a salir.
-
Más hielo, dijo el pingüino.
-
Me niego.
Ahora toca el Baño turco. Aquí estoy en mi
salsa, disfrutando de ese calor húmedo y de una estupenda compañía. No duramos mucho,
ya os imagináis porque.
-
Mas hielo
-
Que nooooo
Y marchaba
lo mas lejos de ella que podía, porque sus intenciones no eran buenas…
Ahora la
ducha nebulizada, una fina lluvia de agua fría y
caliente para contrastar. La caliente genial pero cuando tocaba la fría mi
cuerpo serrano intentaba buscar un ricon para refugiarse, pero ahí estaba el
pingüino para sujetarme bajo el chorro, ten amigas para esto…
Toca la piscina de chorros de agua a presión y aire y
cuellos de cisne, que se aplican en las regiones cervical, dorsal, lumbar,
extremidades inferiores y abdomen.Esta genial sentir la presión de los
chorros en determinadas partes del cuerpo. Chorro por aquí chorro por allá, caras
de dolor, caras de placer y risas… y en
eso estábamos cuando el chico que nos atendió en recepción vino a
buscarme para la segunda parte del regalo, Mire a mi amiga un poco alucinada y
ella con una enorme sonrisa me dijo.
-
Anda tonta ve, disfruta y luego me cuentas.
Salí del agua y le seguí. Me dio un albornoz y una
bolsita y me dijo que me quitara el bañador, me secara y me pusiera lo que había
en la bolsita. Yo obediente lo hice.Le seguí hasta una hitación donde reinaba
una luz tenue, una música de fondo y una camilla. Me dijo lo que yo tenía que
hacer y cuando me quite el albornoz me tumbe en la camilla cubriendo mi cuerpo
tan solo con una minúscula braguita, si se le podía llamar así y con una toallita mis otras pudorosas partes. Comenzó a embadurnarse las manos de
aceites esenciales con chocolate y empezó a darme un estupendo masaje...
Y el resto ya lo sabéis!!!