Hormigonera, que haría yo sin ti, quiero darte las gracias por tu presencia a lo largo de tanto tiempo, por tu paciencia durante años esperando me decidiera a enchufarte para oír tu dulce chirriar.
Hoy por fin llego nuestro día y juntas hemos empezado.
Hormigonera, te coloque a la sombra que el calor atizaba fuerte y con la pala por compañera fuimos alimentando tus entrañas a través de esa enorme boca que siempre quiere más.
Hormigonera, con que delicadeza he girado tu cuerpo de tambor, con que suavidad he pisado el freno del basculamiento para hacerte vomitar lo que tan gentilmente has estado mezclando, ese mousse de cemento unas veces y hormigón otras.
Hormigonera, hemos estado juntas todo el día y quiero despedirme de ti, hemos tenido momentos difíciles pero los hemos superado. Cuando voltee tu cuerpo y recogí tu mezcla con solo la caldereta debajo, poco recipiente para tan grade boca, desparramando tu mousse de cemento por el suelo, aprendí que mejor poner el carretillo aunque trabaje un poco más. Cuando aburrida enredaste mi pie con tu cable para hacerme tropezar y reírte un rato o como cuando te estaba limpiando con la manguera y tú me devolvías eufórica el agua que recibías.
Hay Hormigonera, me has dejado rota, soñare toda la noche con la pala y el cemento, la arena, la grava y la parte correspondiente de agua.
Mis brazos están cansados y mis manos doloridas, mis riñones doblaos y mis piernas temblorosas y mírate tu como una rosa pidiendo más, no eres capaz de cerrar la boca.
Lo siento te lavo, basculo el tambor y dejo tu boca ansiosa castigada mirando a tierra, te desenchufo suavemente y me alejo realmente molida.
Hormigonera descasa, que mañana volveré a disfrutar contigo, te lo mereces.
Hormigonera, los días y las noches se me harán eternos esperando nuestro encuentro, ya nunca podre olvidarte...
Esta oda está basada en hechos reales y muy reales. Cualquier parecido con la realidad es totalmente cierto, DOY FE.