TROTAMUNDOS

sábado, 24 de septiembre de 2011

SALGA EL SOL POR ANTEQUERA...



Cada día que pasaba estaba más harta, ya no aguantaba más. Necesitaba descansar, vivir en paz. Hacía mucho que el sol no salía por Antequera pero no tardaría mucho en salir.  La última vez casi la  manda para el hospital… la próxima  igual lo consigue…
Esstrella se dirigía corriendo a casa, después del trabajo. Tenía que llegar antes que él para limpiarlo todo muy bien. El odiaba el polvo y la suciedad y muchas palizas habían empezado por cosas de esas. A él le encantaba el olor a amoniaco, decía que eso lo desinfectaba todo. Ella no quería provocarle a sí que todos los días limpiaba la casa tan afondo que hacia sangrar hasta las paredes. 
Limpiando estaba a toda prisa, nerviosa cuando escucho el sonido de las llaves en la puerta. Ya está aquí… espero que venga de buen humor, pensó.
El entro en la casa y sin decirla nada, solo una mirada, se dirigió rápidamente al cuarto de baño. Algo le había sentado mal, las prisas le hacían correr. Se sentó en su trono y rápidamente se desfogo. Quedo tan aliviado que saco un cigarrillo para rematar la faena y empezar a saborear las mieles de de lo que su maquiavélica cabeza había empezado a maquinar cuando llego a casa y vio que el bote vacio de detergente, que el había rellenado de gasolina, estaba en la mesa de la cocina. Ella no podía tocar sus cosas, se lo había dicho cientos de veces. Le  daba igual la respuesta, no podía consentirlo. Ahora cuando saliera, después de su cigarro, que le estaba sabiendo a gloria, la daría su merecido por desobediente. Saldría el sol por Antequera. 
Esstrella se había quedado perpleja cuando le había visto entrar, sin saludarla, solo la había mirado de esa manera que ella reconocía muy bien..., se lo vio en los ojos…  y rápidamente empezó a recoger todos los líquidos de limpieza que tenía  en la cocina, fuera de su sitio. Espero que no  haya notado el olor a gasolina que ha quedado en el baño,  luego intente compensarlo añadiendo amoniaco, pensó. Y mientras recogía rezaba pidiendo que la gracia divina intercediera por ella o esta vez puede que si terminase en el hospital.
El, que ya se sentía satisfecho después de realizar  su necesidad imperiosa y de fumar parte de su cigarrillo imaginando lo que vendría después…  Decidió terminar una faena y empezar otra. A sí que con un gesto común tiro el resto del cigarrillo por detrás de sus nalgas, directo al fondo del wáter…
De pronto se oyó una explosión, no demasiado grande… Estrella corrió hacia el baño y con miedo abrió la puerta preguntando.
-           Estás bien?.
Mirando el cuerpo de su marido tirado en el suelo  pensó…Ya nunca más saldrá el sol por Antequera...

miércoles, 14 de septiembre de 2011

LA LISTA DE ESSTRELLA




No  sé explicar el porqué decidí hacer esa excursión, solo sé que cuando la vi anunciada, algo en mi interior despertó.

La foto era preciosa e invitaba a soñar, Siempre estuvo en mi mente, es una de esas cosas que escribes en esa lista mental de cosas que te gustaría hacer y que repasas cientos de veces sin poder hacer un tachón, porque son imposibles. Esa lista que haces cuando las cosas van fatal y necesitas imperiosamente que cambie tu vida. Solo tenía cuatro cosas pero me parecían inalcanzables, difíciles de conseguir.
Pero ahora ya el momento llego.

 El primer punto de mi lista era conocer gente nueva, después de los dos últimos años, mi vida tiene que cambiar. Este puede ser el comienzo. El destino del viaje tacharía otro de los puntos así que no había duda. Ahora o nunca. Desde el sofá nunca lograría cambiar nada.
 Un fin de semanas fuera de casa me vendría bien.

El viaje hasta el lugar fue precioso. Un sin fin de verdes, marrones y naranjas  jugaban a acariciar el rio que bajaba de la montaña El pueblo estaba escondido en su ladera y el sol iluminaba el camino de ascenso. El paisaje hacía la admiración de todos.

El primer día del curso lo dedicamos entero a dar clase teórica y  práctica de cómo utilizar los arneses, mosquetones, cuerdas y otros aparejos, un poco de formación sobre los distintos nudos, las técnicas de descenso y ascenso por las cuerdas, el casco y todos los instrumentos que requeriría nuestra aventura para realizarla con seguridad. También nos sirvió para empezar a conocernos. Solo éramos 15 y nunca nos habíamos visto. 
 El primer punto estaba conseguido.

Por fin llego el día esperado por todos. Mis nervios se apoderaron de mí y ya no me soltaron. La persona que nos iba a guiar llego ese misma mañana, era el experto en cuevas. Se presento a todos, uno por uno y cuando llego a mí, mis nervios salieron a saludarle. Torpe de mí, no sabía si darle dos besos o estrecharle la mano y haciendo amagos de lo uno y lo otro, no fui capaz de nada. El me miraba divertido, con una sonrisa como pensado que yo era rarita ( y esta de donde habrá salido?) Entonces  se decidió y me cogió la mano sujetándola entre las suyas y a la vez acercando su cara para darme dos besos.

-          Soy Leo, me dijo

En ese instante mis nervios se fueron,  una paz irreal se apodero de mí y a la vez me sentí transportada a un punto de ingrávidad donde mi cuerpo no pertenecía ni a este tiempo ni a este lugar. Fueron unos  segundos pero fue extraño. Creo que a él le paso igual porque su cara cambio de expresión y el brillo de sus ojos se volvió distinto. Soltó mi mano y todo volvió a la normalidad.

Mis nervios volvieron al ataque, al come, come.
Por fin nos pusimos en marcha, siempre atendiendo las explicaciones y pautas de los guías. Y fuimos descendiendo, penetrando en las entrañas de una cueva en una oscuridad sobrecogedora, asustaba. A la vez que caminábamos los guías nos contaban cosas haciendo más ameno el paseo lleno de humedad y frio.
 Mi segundo punto estaba cumpliéndose, no era lo que se dice una experta en espeleología pero con el tiempo lo conseguiría.

Leo, de vez en cuando se volvía a mirarme, parecía como si el grupo solo lo formara yo. Intentaba mirarle pero sus ojos me podían y al final tenía que desviar la vista hacia otro lado para disimular.
De pronto mis nervios pronunciaron solos unas palabras sin pasar por mi mente, sin razonar, a bocajarro.

        -    Y…una pregunta. En esta cueva no hay pinturas rupestres?

Todo el grupo se empezó a reír, pensando que era una ignorante y yo avergonzada después de oír un.

         -   No, aquí no.

Me hice la loca y me fui quedando la última en compañía de mi bochorno. Leo también se fue rezagando hasta que el grupo se alejo un poco
Entonces  se acerco y con su encantadora sonrisa  dijo.

        -   Te gustaría ver una pintura “rupestre”?
         -    Claro le respondí, pensando que quería tomarme el pelo.

Me llevo por una galería que desembocaba en una pequeña caverna  y con  paso decidido se acerco a una de las paredes. Con la luz de su casco ilumino un dibujo. Mi sorpresa fue grande, pero no sabía que decir, a si que mis nervios volvieron a hablar solos.

-          Anda ya! -le dije
Y echándose a reír me pidió que me acercara. Así lo hice. Nuestros cascos iluminaban la pared

-          Puedo tocar?
-          Claro,- contesto.

Tenía ante mí una pintura parecida a los que hicieron nuestros antepasados, pero no era tan lejana o antigua...Sonreí y el también lo hizo. Mis dedos  se adelantaron a tocarla. Eran dos manos, la de un hombre y la de una mujer encerradas en una especia de círculo. Sobre la mano pequeña había dibujado algo parecido a una esstrella y sobre la del hombre una animal que bien podía ser un león. Mi mano se poso sobre la mano pequeña y cuál sería mi sorpresa que encajaba a la perfección. Eran iguales, idénticas. Mi boca se abrió sola (como es costumbre) Asombrada le mire y vi en su cara una mueca de:

-         Ostras que casualidad!.
Entonces me siguió el juego y puso su mano sobre el dibujo de la mano grande… y aquí ya…. La sorpresa fue total. También encajaba a la perfección.
No sabíamos que creer, mirábamos intrigados nuestras manos juntas sobre la pintura pegaditas a la pared y encajaban…

En ese momento nos miramos y fue como si el tiempo se detuviera como si la energía de la cueva y la madre tierra se unieran para envolvernos entre susurros incomprensibles, nos mecían en su canto ancestral.
No sé cómo ni porque me encontré entre sus brazos y sus labios sobre los míos… y me deje… sucumbí a la magia de lo eterno…

Las voces del grupo acercándose nos sacaron de ese agujero en el tiempo entre el pasado y el futuro y nos hicieron volver a la realidad.
Creo que el tercer punto lo había logrado, conocer mi alma gemela. Tenía que ser el!.

Sé que no es una pintura autentica, que alguien hace muchos, muchos años la pinto imitando a los antiguos. Alguien que se juro amor eterno en ese lugar, alguien que quiso que esas almas se encontraran en todas las vidas, que esas almas pudieran encontrarse a través del tiempo. Alguien dejo sus huellas para que nosotros pudiéramos encontrarlas.

Entonces Esstrella con una sonrisa tacho mentalmente el  último punto de la lista, había empezado a ser feliz.

jueves, 8 de septiembre de 2011

LA LEYENDA




La romería había llegado a la ermita y después de la misa las danzas y dar buena cuenta de la comida, la gente se había quedado un rato a la sombra para descansar. Todos menos una pareja que corría bosque adentro agarrados de la mano.
Solo hacia tres días que se conocían y no habían estado a solas nunca. Planearon escabullirse de la multitud y estar juntos un rato. Corrían.
Cuando el bosque termino, llegaron al borde de un acantilado donde había una casa en ruinas. Allí se detuvieron a tomar aliento. Él intentó besarla, pero ella le dijo:
-          No aquí no, puedes morir, no conoces la maldición?
No, dijo el que era un forastero de visita en el pueblo.
-          Cuenta la leyenda que hace muchos años en esta casa vivía un padre con su hija. Un buen día cuando el padre llego de trabajar el campo vio a su hija en los brazos de un hombre. El padre enfurecido lo mato y su hija no pudo soportarlo y empujo a su padre por el acantilado. La hija marcho  de estas tierras porque nunca nadie quiso casarse con ella. Cuenta la leyenda que cada ciertos años aparece un hombre muerto en este acantilado. Qué el alma del padre vuelve, para matar al joven, cada vez que una pareja se ama delante de su puerta.
 El chico escucho todo con gran interés y asombro. Cuando Esstrella termino de hablar se hizo un gran silencio.
-          Es eso verdad?, preguntó
Ella no pudo contestar, se le quedo mirando seriamente a los ojos. El silencio podía masticarse.
De pronto el soltó una carcajada y dijo:
-          No me creo nada. Y abalanzándose sobre ella empezaron a llenarse de besos y caricias.
 Esstrella le siguió el juego, pero su mirada se perdía en las ruinas de la casa, donde escondida en la oscuridad una sombra observaba. Si abuela, si mama, lo sé… tengo que seguir la tradición.

jueves, 1 de septiembre de 2011

DIETA EQUILIBRADA


Mrs. Candy…. Era una señora inglesa con la edad suficiente para haber madurado, estaba en esa edad difícil de descifrar que superaba la adultez y saludaba a la vejez. La primera vez que la vimos nos impresiono su aspecto, andares zangandungos,  demasiado maquillada, labios delineados en rojo haciendo juego con su pelo escarlata, y una voz dulce igual que su preocupación, desde el primer momento, hacia nosotras.
Mi amiga Esstrella y yo habíamos solicitado una casa de acogida en Londres durante un mes, para asistir a clases de idioma y así perfeccionarlo.
 Nos alojaron en casa de Mrs. Candy, que  realizaba estas acogidas para asegurarse una vejez más desahogada económicamente.  Hacer esto también la permitía vivir bien, de hecho se notaba en la casa. Su decoración tenia estilo y buen gusto. Amueblada con muebles antiguos muy bien cuidados. Todo perfecto, hasta la cocina respiraba un aire antiguo y  atildado. Nos sorprendió ver que tenía dos neveras, una pequeña debajo de la encimera y la otra mucho más grande. La pequeña estaba cerrada con un candado. Mrs. Candy, al mirarnos sorprendidas nos explico que allí era donde custodiaba la comida, porque los estudiantes siempre tenían hambre y se comían todo lo que ella almacenaba. Había decidido poner una llave donde tenía  la comida que ella nos daba. En la otra podíamos guardar nosotras cosas a mayores si queríamos. La idea nos pareció bien, los jóvenes comemos mucho y los españoles más.
La cena era la única comida del día que hacíamos en casa las tres juntas y ella se encargaba de prepararla. El primer día reunidas las tres a la mesa nos puso un estofado de carne con guarnición de verdura cocida. Nos supo raro… pero claro fuera de casa todo siempre sabe diferente. Ella comió solo la guarnición porque  era vegetariana.
Cada noche nos ponía la misma carne guisada de maneras parecidas,  cambiando la guarnición vegetal.
 Cada noche nosotras cenábamos.
A pesar de que cada país tiene sus sabores esta carne nos parecía extraña. Y a si un día y otro.
 Al final de la primera semana, aburridas de cenar siempre lo mismo, y picadas por la curiosidad que mato al gato, decidimos investigar la nevera del candado.
Tenía un candado muy viejo y podría ser fácil. Era evidente que no disponíamos de una radial y aunque la tuviéramos estaría descartada por el ruido tan tremendo que hace, tampoco era cuestión de llamar a los bomberos que nos trajeran su cizalla. A sí que decidimos seguir las instrucciones por internet para abrirlo con dos clips.
Tardamos bastante tiempo en abrir ese intrigante trozo de acero laminado. O quizás es que los minutos se hacían eternos? De cualquier manera no fue ni fácil ni rápido.
Mientras Estrella se dedicaba a pelear con el desafiante agujero yo  vigilaba en el pasillo como Mrs. Candy dormía…  Se podía oír el dulce ronroneo de su respiración acompasada. De vez en cuando retumbaba un resoplido de agresivo sonido que si no supiéramos que estaba roncando pensaríamos que se estaba peleando por su territorio, con todos los gatos del barrio.
Cuando el gancho fue liberado de los eslabones de la cadena y por fin vencido, la nevera se vio libre y conseguimos abrirla. Cual sería nuestra cara de susto nauseabundo al verla llena de latas de comida para gatos